Más o menos inspirada en el judaismo, la gnosis heterodoxa ha puesto en circulación algunas nociones peculiares sobre el polvo y barro del cuerpo de Adán . La mayoría de las sectas a nosotros conocidas parece haberse ocupado muy poco del tema. Contentas con enseñar la formación del hombre por el demiurgo y sus arconte s, pasan por alto la materia de origen . Escribe así el enigmático Justino, autor del libro gnóstico de Baruc :
Los ángeles de Elohim (el demiurgo), habiendo tomado de la tierra más hermosa, esto es, no de la parte bestial de (la virgen) Edén, sino de las regiones antropoideas y mansas sobre la ingle, hacen al hombre. De las partes bestiales — dice — provienen las bestias y los restantes animales. Hicieron, por tanto (Elohim y Edén), al hombre, símbolo de la unidad y benevolencia suya; e introducen en su interior las propias virtudes: Edén el alma , Elohim el pneuma .
Hay aquí demasiado mito y muy pagano para traducido en seguida y con seguridad a nuestras categorías.
La Tierra hermosa (he kalliste ge) de que proviene el hombre se presenta como principio femenino, dotado de dos mentalidades y cuerpos (o sustancias), mitad de virgen y mitad de víbora.
De la mitad superior, de doncella, sacan los ángeles al hombre, símbolo de unidad entre el elemento masculino y femenino. Justino alude al substrato material, plástico, del cuerpo; no al elemento anímico ni espiritual, insertos más tarde.
Si valiera el paralelismo con el personaje femenino de Sophia Achamoth, llamada también ‘Tierra’, y aun ‘Tierra Nueva’, madre de todos los vivientes, habríamos de situar el drama a nivel cósmico, muy por encima de la obvia narración mosaica. Fruto de la acción de los ángeles de Elohim sería la hechura de un hombre, de materia espiritual femenina como la ‘Tierra hermosa’, dotado por espiritual de pneuma y por femenino de psyche. En otros términos, un hombre andrógino, compuesto de intelecto (= pneuma) y de razón (= psyche) perfectamente unidos, en comunión con Elohim.
Que en última instancia aluda Justino al polvo de la tierra (Gen 2,7), es natural . Así como a mitos paganos y aun orientales. Pero el fragmento no se refiere ‘per se’ a la materia del cuerpo humano sensible de Adán. Su testimonio es inoperante y habría de sumarse a los que sólo hablan del alma y del espíritu de Adán.
Más claro que Justino es el autor de la Hipóstasis de los Arcontes:
Los arcontes tomaron un consejo (symboulion) y dijeron: ‘Venid, hagamos un hombre del polvo (kous) de la tierra’. (Y) modelaron el cuerpo (soma), de manera que vino a ser un perfecto primogénito (prototokos?) de la tierra. Empero, el cuerpo que tienen los arcontes es (machihembra; los rostros son de bestias. Tomaron — polvo (kous) — de la tierra. Plasmaron (plassein) a su hombre según el cuerpo de ellos y (según la imagen) de Dios, que se les había manifestado en el agua.
’Hagamos un hombre del polvo (kous) de la tierra’. La alusión a Gen 2,7 no puede ser más abierta. Y en seguida: ‘Modelaron el cuerpo (plassein) de manera que vino a ser un perfecto primogénito de la tierra’.
Respecto a la naturaleza del polvo, habría que presumir el significado obvio si no constara del equívoco inherente a la tierra, pues Hip. Arch. alude a la del Paraíso, donde se mueven los Arcontes. ¿Será la tierra fluida e invisible de los valentinianos? ¿La mixtura de que proviene lo anímico, como de la cratera del Timeo (41D), sensibilizada en una tierra superior?
El escrito sin título de Nag-Hammadi (UW) se parece a la Hipóstasis de los Arcontes. Más que por las noticias explícitas, interesa por las subyacentes. En su terminología figura el ergon , expresión aplicable a la tarea de los seis días. Referido a la de los (seis o siete) arcontes, se desarrolla sobre materia previa. Ergon es también la formación del cuerpo humano.
Si queréis que nuestro (anterior ) ergon no pueda ser destruido por El (= Dios), ¡ea!, hagamos un hombre de la tierra a imagen de nuestro cuerpo y a semejanza de éste (Adán de Luz), para que nos sirva, y éste, viendo su copia (terrena), la ame. Ya no destruirá nuestro ergon, sino que (al revés) haremos esclavos nuestros en todo el tiempo de este siglo a los que hayan de venir de la Luz.
La estratagema de los arcontes quedaría al aire si el hombre que tratan de modelar no fuera terreno y material, como la restante ‘obra’. El plan de ellos es hacer del polvo de la tierra un cuerpo, donde venga a encerrarse el Hombre, cuya imagen representa. La tesis del soma-sema se cumple en cuerpo de barro.
La exégesis fisiológica de Gen 1,26 y Gen 2,7 ofrecida por los simonianos de Hipólito corre por cauces análogos . Aunque el polvo de la tierra, de que formó Dios al hombre en el Paraíso, haya de relacionarse con la materia de que modela al individuo en el seno materno, semejante alegoría parece fundada en el sentido primigenio, literal y obvio del polvo.
Más claro aún resulta el Apocalipsis de Adán. Habla Adán a Seth :
Cuando Dios me hizo de la tierra y a Eva tu madre, me transformé con ella en gloria... Y nos parecimos a los grandes eternos ángeles. Pues éramos superiores al Dios (Demiurgo) que nos había hecho...
El punto de partida es humilde. Ambos vienen de la tierra. Por virtud divina son transformados en una gloria más alta que la del creador y sus arcontes. No dice si por exaltación, también local, al Paraíso. La transformación corresponde al vestido de gloria (doxa ) que revistió Adán en él, según muchos escritos hebreos.