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Atlas
Serres (A:18) – lei, algoritmo e simulação
sexta-feira 29 de outubro de 2021, por
tradução parcial
Eis, agora a questão fundamental de todo Atlas: de que se deve levantar uma carta? Resposta evidente : dos seres, dos corpos, das coisas... que não se podem pensar de outro modo. Por que não desenhamos jamais, com efeito, as órbitas dos planetas, por exemplo? Porque uma lei universal prediz suas posições; que fazer de um guia rodoviário, no caso de movimentos e situações previsíveis? Seria suficiente deduzir de sua lei. Nenhuma regra , ao contrário, prescreve o recorte dos rios, o relevo das paisagens, o plano da cidade natal, o perfil do nariz nem a impressão digital do polegar... Eis singularidade, identidades, afastadas infinitamente de toda lei; trata-se de existência, dizem os filósofos, e não de razão.
Então as simulações que se denominam retratos, reproduções ou representações não passaram de retardatários aos princípios, não descobertos ou ainda ausentes. (...) A lei rigorosa, enfim, é a melhor das memórias, sem armazenamento, portanto leve , enquanto se deve portar e conservar traçados para guardar uma lembrança, pesada de singularidades.
Ora os métodos algorítmicos, antigos pois datam dos babilônios, mas novos, após os computadores, costurando, portanto, eles também, dois modos e dois tempos, presidem as tecnologias da simulação, que abordam a existência com uma aproximação esquisita. (...) Como os algoritmos procedem, no sentido absoluto do termo, quer dizer descrevem processos, métodos por conjuntos de caminhos, sua razão pode se dizer cartográfica. Procedendo passo a passo, mas na velocidade da luz, a simulação apreende aquilo que denominamos a razão.
espanhol
Ahora llegamos a la cuestión fundamental de todo atlas: ¿de qué hay que trazar un mapa? Respuesta evidente: de los seres, los cuerpos las cosas... que no se pueden concebir de otra forma. ¿Por qué no dibujamos nunca, efectivamente, las órbitas de los planetas, por ejemplo? Porque una ley universal predice sus posiciones; ¿de qué nos serviría un mapa de carreteras en caso de movimientos y de situaciones previsibles? Basta deducirlos de su ley. Sin embargo, ninguna regla prescribe el dibujo de las costas, el relieve de los paisajes, el plano del pueblo en el que nacimos, el perfil de la nariz ni la huella del pulgar... Se trata de singularidades, identidades, individuos, infinitamente alejados de toda ley; se trata de la existencia , decían los filósofos, y no de la razón.
Así pues las simulaciones que llamamos retratos, reproducciones o representaciones pasaron, durante mucho tiempo, por atrasados ante principios ausentes o imposibles de encontrar. Por buenas razones, las ciencias duras, y a veces incluso las humanas, por razones no tan buenas, colmaron de desprecio a los geógrafos, a los anatomistas, a los urbanistas... burlándose de la distancia entre la verdadera geometría, la demostrativa, y la que se practicaba sobre un solar, tierra de nadie. La ley rigurosa es la mejor de las memorias, sin carga, es decir, ligera, cuando hay que levantar, y después conservar, un trazado para conservar el recuerdo, tan pesado, de las singularidades.
Los métodos algorítmicos, antiguos ya que datan de los babilonios, pero nuevos desde los ordenadores, cosen también dos mundos y dos épocas, presiden las tecnologías de simulación, que se aproximan a la existencia con una proximidad exquisita. Sugieren a veces nuevos caminos para pasar de lo local a lo global, cuya fiabilidad no sospechaba la razón clásica, directamente preocupada por lo abstracto, luminosamente global. Como proceden los algoritmos, en el sentido absoluto de la palabra, es decir, describiendo procesos, métodos a través de conjuntos de caminos, su razón puede llamarse cartográfica. Al proceder paso a paso, pero a la velocidad de la luz, la simulación recupera lo que nosotros llamábamos razón.
Lección del nuevo atlas: esta geografía nueva puede compararse con las más duras de las ciencias antiguas; ¡y como la filosofía imitaba a estas últimas, ahí la tenemos, repentinamente envejecida!
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