Cuando se trata de la Gelassenheit en Martin Heidegger , esta palabra es ligada habitualmente a una actitud del pensamiento. También el escrito que la tiene como título opone dos modos de pensamiento: el pensamiento “calculante” y el pensamiento “meditante”. Esta oposición se ha hecho célebre. Sin embargo no dice todo. Incluso si no se suscribe la observación del interlocutor de Heidegger según la cual Meister Eckhart piensa “la Gelassenheit todavía en el interior del dominio de la voluntad” [1], tanto la deidad mística como el ‘satori ’ Zen designan ambos, un acontecimiento que se relaciona con el hombre. Ahora bien, el acontecimiento del abandono está sacado de este contexto por Heidegger. Meister Eckhart apunta en esta dirección cuando describe el libre juego, la ebullición seminal, en el desierto más allá del ser y del cual éste se distingue como una llama de la noche . El ser es así ‘dejado’, dado, por la noche. Pero hay que entender que la noche, la deidad, significa para Eckhart el Dios más divino que el Dios creador o salvador . Busca a Dios “sin por qué”, dice, entonces será tu Dios. “Si estás enfermo y ruegas a Dios por tu salud, ésta es más querida para ti que Dios. Entonces Dios no es tu Dios. Es el Dios del cielo y de la tierra, pero no es tu Dios” [2]. El concepto trascendental de abandono en Meister Eckhart sigue siendo así un concepto relacional: la verdadera relación con Dios es la gelâzenheit tanto de Dios como del hombre. Dios y el hombre son uno, anónimos, en este abandono idéntico. En Heidegger el pensamiento de la Gelassenheit debe ser comprendido como un “paso atrás” de la categoría de la relación y de su caso extremo, la identidad.
El “satori” también “hace cambiar completamente de actitud” y constituye una “reevaluación de las relaciones del individuo con el mundo”. Al menos tal como es descripto por Suzuki sigue siendo, para el hombre, una manera de situarse en las relaciones que constituyen su mundo. “Se trata de llegar a ser consciente de un nuevo poder del espíritu que lo pone en condiciones de juzgar las cosas desde un nuevo punto de vista” [3]. Llamar “abandono” a esta nueva conciencia, como lo hemos hecho, equivale a hablar todavía del hombre y en vistas del hombre. La profundidad de la Gelassenheit en Heidegger nos parece que reside en que no la piensa, en última instancia, ni a partir del hombre ni, especialmente, en vistas del hombre. En este sentido su pensamiento difiere radicalmente del pensamiento del “viejo maestro del leer y del vivir” [4], que es para él Meister Eckhart, y de Suzuki, quien, según Heidegger, expresa “lo que he intentado decir en todos mis escritos” [5]. Consideremos que esta última frase puede estar referida a la distinción hecha más arriba entre pensamiento calculante y meditante, e incluso, quizás, como lo veremos, a la distinción entre “dejar la presencia” y “dejar ser presente a lo que es presente”; sin embargo, la dimensión histórica, el abandono epocal, dicho de otro modo: el tiempo como horizonte del ser, no pertenecen a la esencia del satori. Hacemos nuestra la opinión de William Barrett quien ve en el homenaje incondicional que rinde Heidegger a los escritos de Suzuki un “entusiasmo ligeramente exagerado” [6]. El punto de partida de Heidegger es una reflexión sobre el destino de la cultura occidental. Este punto de partida es irreductible a la ‘apertura’ mística y a la ‘iluminación’ budista. Nuestro análisis de la Gelassenheit en Heidegger debe entonces partir de una crítica de esta historia , más precisamente de la modernidad. [Schürmann ]