Este epitalamio, es decir, canto de bodas , tengo para mi que Salomón lo escribió a modo de drama y lo cantó como si fuera el de una novia que va a casarse y está inflamada de amor celeste por su esposo , que es el Verbo [1] de Dios. Lo cierto es que apasionadamente le ha amado , ya el alma , que fue hecha a su imagen, ya la Iglesia. Con todo, el presente escrito nos enseña además qué palabras utilizó personalmente este magnifico y perfecto esposo al dirigirse a su cónyuge, el alma o la lglesia. Y por este mismo libro, que se titula Cantar de los Cantares, podemos igualmente conocer qué dijeron las jóvenes compañeras de la esposa, presentadas junto con la misma esposa, y qué, asimismo, los amigos y compañeros del esposo. Y es que, efectivamente, también a los propios amigos del esposo se les dio la posibilidad de decir algo, siquiera lo que hubieran escuchado al esposo mientras se alegraban de su unión con la esposa. Por consiguiente la esposa no sólo habla en persona a su esposo, sino también a las jóvenes, y la palabra del esposo, por su parte, no va dirigida únicamente a la esposa, sino también a los amigos del esposo. Y a esto nos referíamos arriba cuando decíamos que el cantar de boda estaba redactado en forma de drama. Efectivamente, hablamos de drama —como suele hacerse al representar una pieza teatral— cuando se hace intervenir a diversos personajes y, mientras unos entran y otros hacen mutis, los diferentes interlocutores van dando cabo a la trama de la narración.
El presente escrito contiene cada uno de estos elementos por su orden, y todo su meollo está formado por coloquios místicos [2]. Pero antes que nada nos es necesario saber que, de la misma manera que la edad pueril no se siente movida al amor pasible, así tampoco se admite a la compresión de las palabras del Cantar a la párvula e infantil edad del hombre interior, es decir, la de aquellos que en Cristo se alimentan de leche, no de manjar sólido (Hb 5,12), y que ahora, por primera vez, apetecen la leche auténtica y sin engaño [3]. Efectivamente, en las palabras del Cantar de los Cantares está el alimento del que dice el Apóstol: Sin embargo, el manjar sólido es propio de adultos; y requiere unos oyentes tales que, por la práctica de comer, tengan sus sentidos entrenados en el discernimiento del bien y del mal (Hb 5,14).
Y ciertamente puede ocurrir que los párvulos antedichos vengan a estos parajes y no aprovechen nada absolutamente de esta Escritura, aunque tampoco se dañen demasiado al leer lo que está escrito, o bien al examinar lo que para su explicación se dirá. En cambio, si se acerca alguien que sólo es hombre según la carne , para éste tal lo escrito producirá una situación de peligro muy crítica. La razón es porque, al no saber escuchar con pureza y castos oídos las expresiones del amor, hará que toda acción de oír se desvíe del hombre interior al hombre exterior y carnal; del espíritu se volverá hacia la carne, nutrirá en sí mismo concupiscencias carnales y parecerá que la Escritura divina es para él ocasión de dejarse mover e incitar al deseo carnal. Por eso yo advierto y aconsejo a todo el que aún no está libre de las molestias de la carne y de la sangre ni ha renunciado a los afectos de la naturaleza material que se abstenga por completo de leer este libro y cuanto se dirá sobre él. De hecho cuentan que incluso entre los hebreos se procuraba que no se permitiese a nadie ni siquiera tener en sus manos este librito, a no ser quien hubiera alcanzado la edad adulta y madura. Es más, teniendo en cuenta que entre ellos es costumbre que los maestros y los sabios transmitan a los niños todas las Escrituras junto con las que ellos llaman tradiciones [4], hemos sabido también que guardan para lo último estas cuatro partes: el comienzo del Génesis, en que se describe la creación del mundo (Gn 1); los comienzos del profeta Ezequiel, en que se habla de los querubines (Ez 10); su final, donde se contiene la construcción del templo (Ez 40), y este libro del Cantar de los Cantares.
CONTINUAÇÃO: 1; 2; 3; 4; 5; 6; 7; 8; 9