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nux / nyx / νύξ / nox / la noche / νυκτός / nyktos / hemera / ἡμέρα / dies / el día / skia / σκιά / obscurus / skotos / σκότος / tenebra / σκοτώνω / skotono / matar / tuer / kill

  

gr. νύξ, nyx, nux = noite; a obscuridade, em contraste com o dia; privação do sol [Platão]


gr. hemera = dia. Definições de Platão: o trajeto do sol, de seu nascente ao ao seu poente; a luz em contraste com a noite.
gr. skiá = sombra. gr. skotos = trevas.

Coomaraswamy

A Escuridão e a Luz pertencem respectivamente ao asuratva e ao devatva d’Ele e permanecem n’Ele, que é asura e deva, Titã e anjo, sarpa e aditya; enquanto isso, do ponto de vista do Peregrino, os reflexos de todos eles no espaço e no tempo são o mal e o bem. No hinduísmo, "a Escuridão que existe n’Ele chama-se Rudra" (MU. VI.2) e está representada nos nomes e tons de Kali e Krishna; na yoga cristã, o Raio Negro ou Escuridão Divina, que é a "tranquilidade da cor negra" e "o escuro imóvel que não é conhecido por ninguém a não ser por Ele, em quem o escuro reina, de Eckhart   (cf. "nuvens e escuridão profunda", no Deuteronômio, 4,11), já é mencionado no Codex Brucianus e por Dionísio e passa a ser o tema da contemplatio in caligine. Quanto à propriedade da expressão "yoga cristã", temos de observar apenas que as consideratio, contemplatio e excessus ou raptus de São Bernardo correspondem exatamente a dharana, dhyana e samadhi. [AKCcivi  ]


La palabra nahusah contrasta con usasah, ambas femenino plural acusativo. Nahusa (masculino), de una raíz nah que implica «esclavitud», es una designación del padre de Agni en I.31.11 y V.12.6; por consiguiente, en femenino plural puede designar apropiadamente al mismo tiempo a las «noches» (como lo traduce también Fay en Journal of the American Oriental Society XXVII, p.411, q. v.) y a las «falsas auroras» recesivas, que han sido las «primeras madres» de Agni en sus sucesivas manifestaciones, pero que se retiran cediendo el sitio a la verdaderas auroras, que son las esposas del Sol y las «segundas madres» de Agni. Es notorio además que en algunos textos más recientes Nahusa es una serpiente o deviene una serpiente. En su significación literal, y como un nombre esencial más bien que personal, nahusa puede compararse a varuna y vrtra, en tanto que se derivan de la raíz vr. [AKCgraal  :Nota]

F.M. Braun

Para João, as trevas caracterizam o estado no qual se pôs o gênero humano por conta de sua resistência à luz. Eis porque em Jo 1,5 e em Jo 1,10 , os dois termos, « trevas » (skotia) e « mundo » (kosmos) são intercambiáveis. Dito de outro modo, em sua condição presente, o mundo dos homens é tenebroso; aqueles que lhe pertencem andam nas trevas; não sabem onde vão, porque as trevas os envolvem; a luz não está neles. [JEAN LE THÉOLOGIEN]

Henry Corbin

Como corolario, los términos de referencia que presuponen los símbolos místicos del norte nos sugieren aquí una tridimensionalidad psico-espiritual de la que no puede dar cuenta el esquema bidimensional corriente, que se contenta con oponer el consciente y el inconsciente. Dicho más exactamente, se trata de una doble tiniebla: hay una tiniebla que no es más que oscuridad; puede interceptar, ocultar y retener prisionera a la luz. Cuando ésta escapa (según la concepción maniquea o el Ishraq de Sohravardi  ), la tiniebla es abandonada, cae sobre sí misma; no se transforma en luz. Pero hay otra tiniebla, que nuestros místicos designan como «noche de luz», «noche luminosa» o «luz negra».

Ya en los relatos místicos de Avicena   se establece, en función de la orientación vertical, una distinción explícita entre las «tinieblas en las proximidades del polo» (noche divina del Sobre-ser, de lo incognoscible, del Origen   de los orígenes) y la tiniebla que es el extremo occidente de la materia y del no ser, donde declina y desaparece el sol de las formas puras. El Oriente al que éstas se elevan, su Oriente-origen, es el polo, el norte cósmico. A partir de ahí, el relato aviceniano nos indica explícitamente una doble situación y un doble significado del «sol de medianoche»: es, por una parte, la primera Inteligencia, el arcángel Logos, como revelación que se levanta sobre la tiniebla del Deus absconditus, y que supone para el alma humana la aparición de la supraconciencia en el horizonte de la conciencia; y es, por otra parte, esa alma humana como luz de la conciencia que se levanta en la tiniebla de la subconciencia.

Veremos que en Najmoddin Kobra   los fotismos coloreados (en particular el «negro luminoso» y la luz verde) anuncian y postulan una misma estructura psicocósmica. Por eso la orientación requiere aquí la superposición de un triple plano: el día de la conciencia es un elemento intermedio entre la noche luminosa de la supraconciencia y la noche tenebrosa de la inconciencia. La tiniebla divina, la nube del no saber, las «tinieblas en las proximidades del polo», la «noche de los símbolos» en la que el alma progresa, no es de ningún modo la tiniebla en la que están retenidas cautivas las partículas de luz. Esta última es el extremo occidente, el infierno, lo demoníaco. La orientación respecto del polo, el norte cósmico, determina un abajo y un arriba: confundir uno con otro será desorientación pura y simple. [CorbinHLSI  ]

Guénon

Si venimos ahora a considerar el caso del ser humano, podemos preguntarnos lo que, para él, corresponde a las dos «noches» entre las cuales se despliega, como lo hemos visto, toda la manifestación universal; y, en lo que concierne a las tinieblas superiores, ahí no hay todavía ninguna dificultad, puesto que, ya sea que se trate de un ser particular o del conjunto de los seres, ellas no pueden representar jamás otra cosa que el retorno a lo no manifestado; este sentido, en razón misma de su carácter propiamente metafísico, permanece sin cambio en todas las aplicaciones que es posible hacer de este simbolismo. Por el contrario, en lo que concierne a las tinieblas inferiores, es evidente que aquí ya no pueden tomarse más que en un sentido relativo, pues el punto de partida de la manifestación humana no coincide con el de la manifestación universal, sino que ocupa en el interior de ésta un cierto nivel determinado; así pues, lo que aparece en ella como «caos» o como potencialidad no puede serlo sino relativamente, y posee ya de hecho un cierto grado de diferenciación y de «cualificación»; ya no es la materia prima, sino que es, si se quiere, una materia secunda, que juega un papel análogo para el nivel de existencia considerado. Por lo demás, no hay que decir que estas precisiones no se aplican solo al caso de un ser, sino también al de un mundo; sería un error pensar que la potencialidad pura y simple puede encontrarse en el origen de nuestro mundo, que no es más que un grado de la existencia entre los demás; el akasha, a pesar de su estado de indiferenciación, no está desprovisto de toda cualidad, y ya está «especificado» en vista de la producción de la manifestación corporal solo; así pues no podría confundirse de ninguna manera con Prakriti, que, siendo absolutamente indiferenciada, contiene por eso mismo en ella la potencialidad de toda manifestación.

De eso resulta que, a lo que representa las tinieblas inferiores en el ser humano, no se podrá aplicar, en relación a las tinieblas superiores, más que la imagen del reflejo, con la exclusión de la de las dos caras; en efecto, todo nivel de existencia puede tomarse como un plano de reflexión, y se debe solo a que el Principio se refleja en él de una cierta manera por lo que ese nivel de existencia posee alguna realidad, a saber, la realidad de que es susceptible en su orden propio; pero, por otra parte, si se pasara a la otra cara de las tinieblas inferiores, no es en el Principio o en lo no manifestado donde uno se encontraría en parecido caso, sino solo en un estado «prehumano» que no es más que otro estado de manifestación. Aquí, somos conducidos de nuevo a lo que hemos explicado precedentemente sobre el tema del paso de un estado a otro: por un lado, es el nacimiento al estado humano, y, por el otro, es la muerte al estado «prehumano»; o, en otros términos, es el punto que, según el lado en que se considere, aparece como el punto de conclusión de un estado y como el punto de partida del otro. Ahora bien, si las tinieblas inferiores se toman en este sentido, uno podría preguntarse por qué no se consideran simplemente, de una manera simétrica, las tinieblas superiores como representando la muerte al estado humano, o el término de este estado, que no coincide forzosamente con un retorno a lo no manifestado, sino que puede no ser todavía más que el paso a otro estado de manifestación; de hecho, como ya lo hemos dicho, el simbolismo de la noche se aplica también a todo cambio de estado cualquiera que sea; pero, además de que no podría tratarse en este caso más que de una «superioridad» muy relativa, puesto que el comienzo y el fin de un estado no son más que dos puntos situados en niveles consecutivos separados por una distancia infinitesimal según «el eje» del ser, eso no es lo que importa desde el punto de vista donde nos colocamos. En efecto, lo que es menester considerar esencialmente, es el ser humano tal cual está actualmente constituido en su integridad, y con todas las posibilidades que lleva en él; ahora bien, entre esas posibilidades está la de alcanzar directamente lo no manifestado, a lo cual toca ya, si puede decirse, por su parte superior, que, aunque ella misma no es propiamente humana, no obstante es lo que le hace existir en tanto que humano, puesto que es el centro mismo de su individualidad; y, en la condición del hombre ordinario, este contacto con lo no manifestado aparece en el estado de sueño profundo. Por lo demás, debe entenderse bien que eso no es en modo alguno un «privilegio» del estado humano, y que, si se considerara del mismo modo no importa cuál otro estado, siempre se encontraría en él esta misma posibilidad de retorno directo a lo no manifestado, sin paso a través de otros estados de manifestación, ya que la existencia en un estado cualquiera no es posible sino debido al hecho de que Atma reside en el centro de ese estado, que sin eso se desvanecería como una pura nada; por eso es por lo que, en principio al menos, todo estado puede ser tomado igualmente como punto de partida o como «soporte» de la realización espiritual, ya que, en el orden universal o metafísico, todos contienen en ellos las mismas virtualidades. [René Guénon - DUAS NOITES]

Emmanuel

Bereshith é o início do tempo. O primeiro dia é a definição do dia: noite e manhã. Eis porque a Escritura não diz: primeiro dia (como o diz para os seguintes: segundo, terceiro, até o sexto), mas ela diz: yom ehad, um dia (Gen 1,5). Por aí compreende-se que não há oposição entre criação a partir do nada e matéria preexistente, pois o nada é não somente ausência de espaço e de matéria, mas também ausência de tempo e de duração. Antes do tempo com mais forte razão não podia haver matéria, cujo caráter essencial é de se transformar sem cessar; e como é possível mudar sem durar? [Pour commenter la Genèse]