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ptosis / πτῶσις / a queda / la chute / the fall

  

AKC

As almas caídas lamentam que "os nossos olhos tenham pouco espaço para conter as coisas... e quando virmos o céu, nosso ancestral, contraído numa área pequena, não pararemos mais de nos lamentar. E mesmo que o virmos, não o veremos diretamente" Hermes, Stobaeus, Exc. XXIII,36): "Por enquanto vemos como se vê num espelho, confusamente; mas depois veremos frente a frente; agora conheço imperfeitamente, mas depois conhecerei tão bem como sou conhecido’ (1Cor. 13,12). A "visão de alguma coisa" é aperfeiçoada para "a visão como visão", como o "conhecimento de alguma coisa" passa para "conhecimento como conhecimento" (adaequatio rei et intellectus: para ver o Céu "diretamente" é preciso um olho da largura dos Céus. Os dhirah, contemplativos, os que veem interiormente, não com "olho da carne" (mamsa caksus); quem vê o Espírito "acima de tudo que há para ser visto" (abhidhyayeyam, Maitri Upanixade   I.1), wo Espírito que é seu e está em tudo; fora desse Espírito, tudo é mesquinho e insignificante" (Brhadaranyaka Upanixade III.4.2). [AKCcivi  :Nota:95]

Guillermo Fraile

El ínfimo lugar de la escala de los seres le corresponde al mundo sensible. Todos los gnósticos   tienen un concepto pesimista de la materia, que consideran como esencialmente mala y fuente del mal. Es la región del cambio y de la corrupción (genesis, phthora). Su origen   no puede atribuirse a la bondad de Dios, sino a alguno de los seres intermedios, del pecado de uno de los cuales provienen el mal y el desorden cósmico. El ordenador del cosmos es el Yavé legislador del Antiguo Testamento. Ni la materia ni el demiurgo son eternos. Proceden de Sophía achamoth; la creación tiene un sentido ético y purificador, como medio para liberar a aquélla de sus pasiones.

García Bazán

Pero si según se va sugiriendo, el gnóstico concibe ontológicamente la realidad como una totalidad constituida por tres planos superpuestos: Dios Padre o Divinidad Suprema, Dios Hijo o mundo espiritual y mundo psicofísico o perecedero, percibe también que, en concreto, la relación que existe entre Dios/Pleroma, no es la misma que hay entre Pleroma/mundo del devenir. En efecto, el Pleroma es el lugar de Dios y de este modo se conserva junto a Él, lo revela y lo atestigua en la medida en que se lo permite su constitución natural. Sin embargo, el cosmos psicofísico que debe mantener en su esencia una relación equivalente y ser así un reflejo del cosmos espiritual, al que habría de manifestar en su humilde medida, no cumple debidamente esa función. Los seres particulares de nuestro mundo salidos del mundo del Espíritu, habrían de cumplir armónicamente sus funciones, sin excederse y sin generar, de ese modo, los conflictos que reinan por doquier: excesos de orden físico en la relación entre individuos y en la misma conducta individual, desajustes de decisión, desequilibrio de sentimientos y ausencia de sabiduría en el orden anímico. Ahora bien, si el mundo se revela ahora de esta manera, se ha revelado del mismo modo a lo largo de su historia y es semejante la formulación que recibe en las interpretaciones religiosas (o sea, no precisamente como una imagen del Espíritu, sino como el caos que se ha descripto), sin duda que aquí no reina la norma y que habrá que buscar la causa de esta ausencia de legalidad verdadera. Sí, el mundo así constituido y reflejado no es el efecto de una plenitud o sobreabundancia del cosmos espiritual, sino de una falencia, caída o desmedro de él mismo. Pero resulta obvio que el Pleroma como totalidad no puede "caer". El Pleroma en pleno dará de sí algo inferior, pero ordenado. Luego agente y responsable de la "caída" será un aspecto del Pleroma y precisamente aquél que englobando y presidiendo en el hombre su actividad psíquica le hace creer, o sea, decidirse, entender y afeccionarse por un mundo caótico; en una palabra, la sabiduría que se ejercita entre el Pleroma y su verdadera imagen, la que si no se llena de luz espiritual, lo verá todo caprichosamente fuera de lugar, a su arbitrio y parecer[[Cf. Hom. Clem. II, 25,2 (HENNECKE, p. 548) y Adv. Haer. I, 23,1 (HARVEY I, pp. 191-192) para simonianos; Adv. Haer. I, 29,4 (HARVEY I, p. 226) y Apoc. Johannis, 36, 15 y ss. para barbelognósticos; Adv. Haer. I, 30,2 (HARVEY I, pp. 228-229) y Elenchos V, 10,2 (VOELKER, p. 26) para los ofitas   y V, 26,19-20 (VOELKER, p. 30); Adv. Haer. I, 24,4 (HARVEY I, p. 200 y Elenchos VII, 23,4 (VOELKER, p. 50), para basilidianos; Adv. Haer. I, 2,2 y ss. (HARVEY I, pp. 14-16) et passim para los valentinianos. Ver igualmente: E.V. p. 17, 5,14; Hyp. Archontum, 134, 27-135, 14; 142, 5,23; Ev. Felipe, 39-40; 99; La Exég. del Alma, 127, 25 y ss. Que el "mundo" del gnóstico posee esta estructura fallada o de confusión ontológica, que incluye como "horizonte de sentido" elementos valorativos diversos, es lo que queda claramente probado por la oposición que establecen entre el mundo verdadero o pleromático al que el sujeto debe llegar por conversión y la idea habitual de mundo. "Superó las tres parousías que he mencionado antes con el diluvio y la inflamación y condenación de los arcontes, potencias y dominaciones para salvar al que está extraviado por medio de la reconciliación del mundo.. . para que se engendren los santos por el Espíritu Santo y por símbolos invisibles y secretos en la reconciliación del cosmos con el cosmos" (Ev. de los Egipcios, 63,4-17). "Dicen los peratas   que el cosmos es uno, estando dividido en tres. Y de sus tres divisiones, una parte es un principio único, igual que una gran fuente que, por la palabra, puede fragmentarse en infinitas separaciones ... la segunda parte de la trinidad de ellos es una multitud de infinitas potencias originadas desde sí mismas; la tercera es propia. La primera es inengendrada, tanto como buena, la segunda buena y autoengendrada, la tercera, engendrada, por eso hablan claramente de tres dioses, tres palabras, tres espíritus y tres hombres" (Hipólito  , Elenchos, V, 12,2-4, WENDLAND III, p. 104). Aquí la oposición se resuelve en distinción y jerarquización, con lo que se explican los textos de De Res. 44, 35-36; 45, 28-39; 46, 35-47,1; 48, 13-30. Ver los comentarios pertinentes en Revista Bíblica, 2, 1976, pp. 166 y ss. y en relación con el concepto de mundo de san Juan y Pablo de Tarsos, posteriormente, en el Cap. IV. Puede verse, asimismo, E.V. 24, 21-38 y el comentario de MÉNARD en p. 131,21.] [GNOSIS - LA ESENCIA DEL DUALISMO GNOSTICO»]

Valentin Tomberg

O mesmo podemos dizer das narrativas da queda de Adão e Eva, do dilúvio e da arca de Noé, da torre de Babel etc. Elas são mitos, isto é, são, em primeiro lugar, símbolos históricos referentes ao tempo (simbolismo mitológico), e não símbolos que exprimem a unidade dos mundos no espaço físico, metafísico e moral. A queda de Adão e Eva não revela uma queda correspondente no mundo divino, no seio da Santíssima Trindade, e também não exprime diretamente a estrutura metafísica do mundo arquetípico. Ela é acontecimento particular da história da humanidade terrestre, cujo alcance só cessará com o fim da história humana; numa palavra, ela é verdadeiro mito.

Pierre Hadot

Na época de Plotino  , segundo Pierre Hadot  , tinha-se a náusea do corpo. Esta será a princípio uma das razões da hostilidade pagã Ao mistério da Encarnação. Porfírio   o dirá claramente:

Como admitir que o divino tenha se tornado embrião, que após seu nascimento, envolvido em panos, todo sujo de sangue, de bile — e pior ainda. (Contra os Cristãos, fragm. 77)

Mas os cristãos eles mesmo verão bem que este argumento se volta contra eles que, tal como os platônicos, creem na preexistência das almas em um mundo superior:

Se as almas, como se conta, eram da raça do Senhor, elas habitariam sempre a corte do Rei e não teriam porque deixar este lugar de beatitude... elas não teriam porque, por um movimento irrefletido, ganhado estes lugares terrestres onde elas habitam corpos opacos, estreitamente misturados de humores e de sangue, nestas vasos de excremento, nestes jarros imundos de urina. (Arnóbio, Adv. Nat. II, 37)

Pode-se dizer que os filósofos desta época buscavam explicar esta presença da alma divina em um corpo terrestre e que respondem a um interrogatório ansioso do homem que se sente estrangeiro aqui em baixo:

Quem fomos nós? Que somos advindos? Onde estávamos? Onde fomos jogados? Onde vamos? De onde nos vem a liberação? (Clemente de Alexandria  , Extratos de Teódoto, 78)

Na escola mesmo de Plotino, alguns davam a esta interrogação gnóstica a resposta do gnosticismo. Para eles, as almas caíram no mundo sensível em seguida a um drama exterior a elas. Uma Potência má criou o mundo sensível. As almas, parcelas do mundo espiritual, aí se encontravam prisioneiras apesar delas. Mas, vindas do mundo espiritual, permaneciam espirituais. Sua infelicidade vinha somente do lugar onde se encontravam. Com o fim do mundo, com a derrota da Potência má, sua provação teria fim. Elas retornariam no mundo espiritual, no “Pleroma”. A salvação era portanto exterior à alma: consistia em uma mudança de lugar; dependia da luta entre Poderes superiores.

Paul Nothomb

Quando falo de queda, menos por hábito que por comodidade, (a palavra não está no texto da Bíblia   das Origens), não se deve reduzi-la a uma perda de equilíbrio, como se falaria de uma queda na escada. Nem a uma queda de um andar a outro inferior da mesma casa. Nem à queda de um avião do céu sobre a terra. Mas imaginar, o que é impossível salvo por palavras inadequadas, a substituição de um fundamento a um outro. Um conjunto de dados espaço-temporais, físicos e mentais “sobre-humanos”, bruscamente substituídos por aqueles de um cérebro estreito, de capacidade muito limitada, face eventualmente ao mesmo mundo. É em sua cabeça que o indivíduo sucede então a Adão, por uma espécie de regressão catastrófica de todas as suas faculdades. Seu horizonte se retrai de x a três dimensões espaciais, e seu tempo reversível se torna irreversível. Ele é enjaulado em um cubo com bilhões de galáxias, reduzidas a suas próprias dimensões, ele lhes atribui seus limites que não pode mais ultrapassar e projeta sobre todo o universo. O Adão “pó”, infinito, metafísico é “tornado um animal” (2,7).

Esta operação suicidária, ele é o autor. Na única frase de discurso direto que lhe atribui o relato, ele a nomeia triplamente “isto” (zoot em hebreu) em um arranjo que não deve nada ao acaso. A palavra zoot abre e fecha a frase e se se situa ainda em seu meio. Manifestamente a atenção do leitor é atraída sobre este zoot vago e misterioso, que é um pronome demonstrativo do gênero feminino mas frequentemente com sentido neutro. No contexto pode designar a “coisa”, a coisa inominável, a “mulher” que não se chama ainda Eva.

Zoot se refere duas vezes na segunda parte do relato (aquela que se desenrola ao redor da árvore) mas desta vez não mais na boca do Homem. Na boca de Deus para desaprovar ao par originário da autodegradação do Adão (zoot) o que ele acaba de fazer (zoot) na ocorrência, amputar a árvore da Onisciência. Como este pronome ambivalente não é mais atestado no texto bíblico antes do episódio do Dilúvio, pode se pensar que designa aqui nos dois casos a mistura de liberdade, de astúcia, de espírito de aventura e de bobeira que provocou isto que se chama a “Queda” ou o “pecado original”. Não o resultado mas a causa, a impulsão suicidária que empurrou Adão, afar, em duas etapas a “se tornar um animal”. Certamente um animal humano, e que se lembra de sua origem, mas que perdeu sua liberdade quase demiúrgica, sua imortalidade, seu conhecimento...

“Isto”por conseguinte não é inteiramente negativo. É a prova flagrante da liberdade do Adão, de seu gosto do risco, de sua capacidade de pôr em questão e de “criar” a sua maneira. A preço alto. Ele vai alimentar a “serpente” nele (seu espírito lógico) de sua substância (seu “pó”) já que este não esmoreceu nele. Assim se esclarece de uma viva e prodigiosa clareza a famosa frase da maldição da serpente: “Rastejarás sobre teu ventre, e comerás do pó todos os dias de tua vida”; o que compreendo: “Não verá mais longe que teu nariz, pobre espírito lógico, e não conseguirás jamais esgotar a esperança do homem de se voltar a ser ele mesmo posto que deverás recomeçar todos os dias a desesperá-lo”. Em vão, finalmente (3,14). [Excertos de «Ça ou l’histoire de la pomme racontée aux adultes»]

Jacob Boehme

A criação do homem não é uma questão trivial, pois foi por causa de sua queda que Deus tornou-se homem, a fim de poder restaurá-lo. Portanto, sua queda não consiste no simples ato de se morder uma maçã; sua criação não ocorreu da forma que a razão acredita, na medida em que compreende o primeiro Adão, em sua criação, como sendo um mero torrão de terra. Não, cara alma, Deus não tornou-se homem por causa de um torrão de terra; também não foi uma mera questão de desobediência, diante da qual Deus tornou-se tão colérico a ponto de sua cólera não ser apaziguada, a menos que ele se vingasse de seu Filho e o matasse.

Para nós homens, após a perda da imagem paradisíaca, isto é um mistério e permaneceu oculto, exceto para alguns que conseguiram apreender novamente o mistério celeste; para estes, algo foi revelado, de acordo com o homem interior. Pois, em Adão estamos mortos para o Paraíso e devemos, através da morte e da putrefação do corpo, florescer novamente no Paraíso, como num outro mundo, na vida de Deus, na essencialidade e corporalidade celeste. Mas ainda que o mistério possa estar em alguns, para terem adquirido novamente na alma, a essencialidade de Deus (ou o corpo de Cristo), ainda assim o Adão terrestre e corrupto encobriu o santo e puro mistério, sendo que o grande segredo permaneceu oculto da razão. Deus não habita neste mundo, no Princípio externo, mas sim no Princípio interno. Certamente, ele habita no lugar deste mundo, mas este mundo não o apreende. Como então poderia o homem terrestre apreender os mistérios de Deus? Se algum homem pretende apreendê-los, deve fazê-lo de acordo com o homem interior, nascido novamente de Deus. [Excertos da "ENCARNAÇÃO DE JESUS CRISTO"]